Soy Carmen María Palomino Alguacil, parte de mi infancia y juventud la pasé estudiando en los Maristas de Jaén, donde me gradué de bachillerato en el año 2008.
Ahora después de unos cuantos años formándome he vuelto al colegio, pero como profesora en prácticas y me gustaría contaros que se siente al volver al sitio donde tantas horas has convivido, como se ven los Maristas desde el otro lado y los sentimientos que afloran al recorrer de nuevo pasillos, aulas y patios.
Durante los años en los que estuve estudiando fueron muchas las situaciones vividas, las personas conocidas y los sentimientos que surgieron. Estas aulas y pasillos me vieron reír, llorar, crecer, formarme académicamente y sobre todo me vieron aprender los valores que el colegio Maristas intenta inculcar tanto alumnos como a profesores. Esto no hubiera sido posible sin el equipo de personal tanto profesores como trabajadores que había en el colegio.
Mientras era alumna no era capaz de apreciar lo que como persona vas aprendiendo, pero cuando sales del colegio y te enfrentas a otras situaciones donde ya no hay profesores que te ayuden cómo actuar, sale el carácter maristiano donde se ve a personas educadas, con buen carácter y siempre buscando el lado positivo de las cosas.
Decidí hacer las prácticas en los Maristas y no sabía lo que volvería a sentir, pero cada rincón tiene un recuerdo y en cada rincón una persona que hizo de ese sitio un bonito recuerdo.
Ahora como profesora desde el otro lado paseando por los pasillos y patios me veo a mi con mis compañeros con los profesores, con los alumnos me veo a mí hace años en los cursos de primaria me veo riendo, jugando con los demás alumnos y en los cursos superiores comparo las preocupaciones de los alumnos con las que eran mías hace años, y ciertamente no ha cambiado la historia.
La acogida y trato que recibí al entrar de nuevo al colegio fue inmejorable desde el primer momento me hicieron sentir una más, entre nuevos profesores y profesores que me impartieron asignaturas. Desde esta perspectiva se ve la gran labor que hacen los profesores, como se preocupan por los alumnos, como se forman los profesores y la preocupación continua de las asignaturas para dar la mejor educación a los alumnos.
Esta parte de los profesores y del equipo de trabajadores no se ve cuando eres alumno, solo se ve que ellos vienen te sueltan una hora de clase te resuelven dudas y poco más, pero la realidad es que el trabajo que conlleva dar una sesión a los alumnos es el doble en los departamentos y en los hogares de los profesores.
Otro sentimiento encontrado es que los alumnos en general somos poco agradecidos o mejor dicho no sabemos apreciar el trabajo que los profesores hacía, pero claro está que nosotros como alumnos no veíamos todo lo que se preparaba detrás de las clases y el esfuerzo que suponía. Ahora desde el otro lado se ve y se aprende a entender a profesores, valoro con satisfacción el esfuerzo y la dedicación que se dedica para formar personas académicamente válidas y sobre todo y lo más importante a formar personas buenas y con valores.
Recuerdo como alumna las oraciones de las mañanas las cuales no se atendían mucho como alumna ya que eran las ocho de la mañana o porque estábamos pensando en el examen que teníamos a tercera hora, desde el otro lado la oración es algo importante, lleva su preparación y en cada oración se aplica un valor. Como alumna ese valor directamente no se podía apreciar, pero con los años y la madurez esos valores van surgiendo tanto si trabajas en los Maristas como sino.
Un sentimiento muy importante que había llevado conmigo, pero no había mostrado hasta ahora es lo que pienso de la educación recibida, creo que estudiar en los Maristas, es SER MARISTAS y ¿ser Maristas que es? Es una pregunta compleja en resolver y que desde mi experiencia me ha costado mucho resolverla porque no era capaz de resolverla, para mí SER MARISTAS es UNA FORMA DE VIDA. En esas cuatro palabras se abarcan todos los valores que se aprenden en el colegio valores que tuvieron el fundador del colegio, San Marcelino Champagnat y María, nuestra Buena Madre.
Me siento muy afortunada de haber vuelto al colegio y de ver que todo lo que pude aprender y sentir sigue en mí y nunca se ha olvidado. Otro aspecto del que me siento afortunada de haber vivido fue cuando me gradué recuerdo que mi promoción fuimos la 50ª promoción que se graduaba en los Maristas de Jaén, en aquellos momentos no le di importancia, pero al volver este año he vivido también la celebración del bicentenario de la institución Maristas. Puede parecer insignificante, pero son situaciones y momentos que sólo unos pocos hemos vivido y estamos viviendo, solo nosotros hemos vivido eso, con unos únicos compañeros y unos únicos profesores.
Creo que todos estos sentimientos han sido gracias a alguien por eso quiero aprovechar y dar las gracias a María, la Buena Madre por haber sido guía de San Marcelino. A San Marcelino por haber luchado por su sueño, a los profesores que tuve cuando era alumna y a los conocidos actualmente, al personal del colegio que hacía la vida en el centro agradable, a mis padres por elegir ese colegio para mi educación y a mis compañeros por tantos años, momentos y situaciones vividos.
Para finalizar, únicamente me siento afortunada de SER PARTE DEL SUEÑO QUE SAN MARCELINO TUVO HACE 200 AÑOS. NUNCA UN SUEÑO FUE TAN LARGO Y TAN AGRADABLE.
Carmen María Palomino Alguacil