Pedro Antonio López Yera
Cuando llegué, tímido y tembloroso, al colegio Marista de Jaén apenas habían pasado ocho o nueve años desde su construcción. Atrás habían quedado los inicios en los años 30 en la esquina de Obispo González con Montero Moya o la etapa posterior de la plaza de la Merced en los 50. El edificio de Ruiz Jiménez, impresionante para mis ojos infantiles, se alzaba en mitad de una avenida aun en construcción y sin asfaltar que, salvando tiempos y distancias, quizá compartía tierra y raíces con la calle de un pueblecito francés, La Valla, donde Marcelino Champagnat, en enero de 1817, comenzó la gran aventura marista.
Desde entonces, a punto de cumplirse el bicentenario de su fundación, la comunidad marista ha ido expandiéndose pero con la clara idea de que su misión está todavía por hacer, por seguir, por completar. Niños y jóvenes, a lo largo de la historia, se han ido incorporando a esa manera de ser, crecer, creer y vivir que caracteriza la idea de San Marcelino Champagnat en tanto en cuanto supo reconocer las necesidades, los temores, las esperanzas y los proyectos de los jóvenes. Y lo siguen haciendo.
Muchos pasamos por esas aulas maristas incluidas las nuestras, las de un Jaén que siempre las ha considerado como referente educativo, y hemos formado parte de ese “sueño” al que hace mención el slogan del bicentenario. “200 y +” es una puerta a un nuevo comienzo, a un renacer ante un futuro al que durante dos siglos se ha ido alimentando a base de aquella humildad y sencillez que proclamó el fundador. Un solo corazón y un mismo espíritu, una huella marcando camino, un paso firme hacia lo que soñamos.
¡Vive el sueño! nos dice la canción del bicentenario. “Pon el corazón en movimiento, coge aliento y echa a andar; inventa otra forma de moverte, es momento de arriesgar. Cruza las fronteras que hace poco te asustaba atravesar y empieza a construir el nuevo tiempo, otros doscientos y más” Vivámoslo pues. No todos los días se cumplen doscientos años de esforzada labor. Hoy más de mil quinientos alumnos viven el espíritu marista en el colegio de Jaén. Miran al futuro y pasarán el testigo como nosotros lo hicimos. El sueño continúa.
Saludos.
Pedro A. López Yera (XVII promoción)