CRÓNICA DEL VIAJE A LA COMARCA DEL CONDADO
El pasado 27 de Mayo, cuando los estudiantes de nuestro Centro encaraban la recta final, tras las arduos esfuerzos de un año cargado de ilusiones, emociones y alguna pequeña decepción, un grupo de Antiguos Alumnos de nuestra Asociación nos dispusimos a despedir el año escolar de la mejor forma al alcance de nuestras posibilidades. Digo bien “al alcance de nuestras posibilidades” porque el marco elegido (Comarca del Condado) está a un paseo de nuestro Santo Reino y es una dignísima zona con todos los alicientes para que las 30 personas viviéramos un día de convivencia marista fuera de las paredes de nuestro Colegio.
Bajo la batuta de nuestro “presi” (mérito el suyo sin ningún género de duda), iniciamos con puntualidad espartana nuestro viaje, encomendándonos como de costumbre a San Marcelino por medio de Nuestra Madre.
Ya en las proximidades de Linares empezamos a comprobar las buenas artes culinarias de nuestras madres a través de las deliciosas galletas con las que nos deleitó la abuela de Ana Licerán.
En Santisteban y después de saborear una “alpargata” de las de antes, conocimos a los/as guías (?), y proseguimos nuestra ruta rumbo a Chiclana de Segura. Al llegar a este peculiar enclave, tuvimos la sensación de que el tiempo se detenía, sobre todo al entrar por un “tunel del tiempo”, construido por D. Manuel Tercero en el año 1950. En la Plaza del Ayuntamiento impone su Iglesia de San Pedro casi tanto como la escalinata que de forma obligada nos conduce a ella. Paseo por calles estrechísimas, con ilustres e inusuales nombres en nuestra querida Andalucía de hoy en día, hasta llegar al mirador con vistas privilegiadas. Cuevas que no han podido soportar el empuje de la sociedad actual y han terminado convirtiéndose en pub´s y pozos enterrados por el hormigón que impera en las construcciones de nuestro siglo. En definitiva, otro mundo.
Tras el recorrido por el pasado, nos dirigimos a Castellar (a secas), sin duda el pueblo más monumental de toda la Comarca del Condado. Su calle de la Consolación está jalonada por vetustos edificios señoriales del siglo XVI que recuerdan la importancia de la villa en épocas anteriores. La Colegiata de Santiago refuerza nuestro pensamiento anterior, así como el Museo de Arte Ibérico (precedido de una exposición de pintura rápida) y la Torre del Homenaje.
Dado que las fuerzas ya escaseaban, y que la hora del avituallamiento se aproximaba, “Casa Filo” supuso un oasis en el desierto estomacal, todo ello bien aderezado por la genial idea de unos compañeros de viaje de acompañar las viandas degustadas (luego adquiridas), del combustible habitual en forma de cerveza previamente comprada.
Llegado el momento central de tan apretada jornada, volvimos a Santisteban del Puerto. En el Hotel San Cristóbal se produjo el acto esencial. Me estoy refiriendo a la comida, no por el buen menú servido (ajili-mojili incuido), sino por lo que significó la convivencia de todos los que nos desplazamos, con similares formas de concebir la vida, llevadas a cabo cada cuál según sus posibilidades.
Como “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, terminamos pronto -o al menos eso pareció- para visitar la Iglesia de Santa María del Collado, la casa de la Mayordomía, el Museo de Corcho, el Museo de Jacinto Higueras, las huellas de los dinosaurios (?).
A pesar de las muchas obras de arte, aderezadas por el paso del tiempo, quiero concluir animándoos para que esta jornada no sea una efímera flor de un día, sino la continuación de una serie de actividades de nuestra asociación.
Para finalizar, merecen la pena los momentos vividos y ojalá en venideros viajes el respaldo de los asociados y simpatizantes fuera aún mayor.
No me puedo despedir, sin volver a agradecer el empeño que nuestro entrañable Antonio García dedica a la organización de cada una de las actividades propuestas, así como tampoco deberíamos de obviar la paciencia de Carmen, su mujer, que lo padece con filosofía.
Hasta el próximo viaje, un abrazo a todos.
Juan de Dios Vacas Carrillo de Albornoz